Hector Guerra debe ganar eco en nuestra escena. De inmediato. Este disco es de lo mejorcito que hemos escuchado a nivel de mestizaje de alma latina en el último lustro.

De padre boliviano, madre española y andaluz de nacimiento, Guerra lleva afincado en México desde 2012 y se nota para bien.
Desde El Infierno es un disco que se mete hasta el tuétano en el creativo folclore mexicano y lo hace sin renunciar al latido urbanita del dancehall y del hiphop que este músico mamó en sus tiempos por Madrid con los Pachamama Crew [creados en 2006].

El disco arranca dando mucho peso a la mujer, a las voces femeninas, y aunque hay pasajes duros va ganando paso al sol de las olas jamicanas de eco reggae y ragga ["Tranqui, chilling, manito"].

Lo mejor empieza a partir de "La cumbia callejera" (con Alberto Pedraza), firmando una segunda parte que hace que el disco roce el diez por su aspecto lírico y su lograda fusión musical, tanto en la sencillez de canciones como "No hay casualidad" (con Janeydi y Andres Flores), una gran letra pacifista, como en cortes de cadencia pegadiza como "Hoy", entre otros.
Por citar referentes en "No más dolor" notamos ecos del Manu Chao acústico y en "El sariri" (con Ruben Sajama) la escucha palpa el orgullo de lo tribal, de un músico que bebe de la cumbia tras mamarla a pie de campo. De hecho, en ese corte final Hector Guerra demuestra la maravillosa salud que vive hoy el mestizaje de alma latina, planeta del que él forma parte.

Es un disco largo pero los interludios breves que lo tajan en tres aligeran el viaje.
Antes de este álbum, Hector [lo escribe sin acento] lanzó desde tierras mexicanas Amor [2012] y Gracias Por Existir [2015] y este tercer LP nos llega desde un sello como Kasba Music, no podía ser otro.